Pasada la época más oscura del coronavirus, con el miedo dejado a un lado y los números de infecciones y muertes aparentemente controlados, las autoridades se centran en gestionar la nueva normalidad. Y esa normalidad, en estas fechas y en la provincia y su litoral, solo tiene un foco: maniobrar para que la desescalada en las playas de Alicante no suponga una limitación al turismo, los visitantes y, en definitiva, la actividad económica.
Más allá de directrices del Gobierno central, el Ministerio de Sanidad o el ejecutivo autonómico, en las playas, como parte del término municipal de diferentes poblaciones, serán los ayuntamientos quienes tomen las decisiones tras coordinar las líneas maestras con las administraciones superiores. Aunque cada playa -y cada municipio- seguirá su propio camino, algunas de las playas más concurridas de la provincia, las ubicadas en los principales destinos turísticos, toman la iniciativa. Esta es la perspectiva en los principales arenales alicantinos:

Alicante
La capital de la provincia, a través de su Patronato de Turismo, ya tiene en marcha su propio plan. La principal baza que juega el consistorio alicantino es la de apelar a la responsabilidad individual para guardar las distancias de seguridad en la arena y, así, evitar la imagen de una playa balizada y compartimentada. Por su parte, el ejecutivo local intensificará las labores de vigilancia, las labores informativas sobre el terreno y las medidas higiénico-sanitarias en instalaciones como pasarelas, duchas o lavapiés.
Si algo quiere evitar el Ayuntamiento de Alicante es que la irresponsabilidad individual ponga en riesgo la salud colectiva y el impulso a los negocios locales: además de la vigilancia a pie, las autoridades contarán con drones y cualquier conducta reprochable será automáticamente sancionada con la expulsión de la playa.
También se deberá respetar un corredor de diez metros de anchura entre el inicio del agua y la primera línea de bañistas, de forma que exista una zona de paseo con suficiente distancia entre las personas para garantizar la seguridad. Por último, no se permitirá el acceso a los aparatos de gimnasia ni a los baños públicos. Responsabilidad individual, distancia de seguridad y constante vigilancia ante incumplimientos de la normativa son la receta para la desescalada en las playas de Alicante ciudad.

Benidorm
A mayor afluencia mayor riesgo y mayor responsabilidad de la administración. Por ello, para poder garantizar la seguridad a visitantes de la playa, la manera de proceder emprendida por el ayuntamiento de Benidorm, principal destino turístico de la Costa Blanca, es la de segmentar la playa en sectores por edad y alejar lo máximo posible las tradicionales estampas veraniegas de las playas tremendamente masificadas.
Para ello, cada una de las dos playas principales de la ciudad (Levante y Poniente) estará dividida en sectores, y estos sectores en pequeñas parcelas. Los sectores y parcelas señalizados con cuerdas de color verde son exclusivamente para mayores de 70 años; las de color azul, para la población general. Cada una de esas parcelas, además, no podrá ser ocupada por más de cinco personas, y el acceso a las playas estará únicamente permitido entre las nueve de la mañana y las nueve de la noche.
En total, ambas playas benidormíes tendrán algo más de 5.100 parcelas de cuatro metros de largo por otros cuatro de ancho. Por el momento, las parcelas se controlan mediante un control de accesos dispuesto por la empresa concesionaria para la gestión de las playas, aunque se espera que durante los picos de esta temporada alta las parcelas puedan reservarse directamente por internet.

Elche
En las playas ilicitanas, algunas de ellas entre las más concurridas de la provincia, la tónica de este verano 2020 será la sectorización. Tanto en Arenales del Sol como el Altet y el Carabassí, el consistorio ha creado sectores de 100 metros de longitud, con pasillos de seis metros entre cada uno de ellos, en los que limitará el aforo para evitar aglomeraciones, además de tomar otras medidas preventivas.
Además del aforo limitado y los sectores delimitados, las playas ilicitanas contarán con una limitación de cuatro horas y un horario de apertura entre las nueve de la mañana y las once de la noche. Al igual que en Alicante, se intensificará la vigilancia a pie (habrá el doble de agentes que otros años), se controlará el aforo mediante una app y las zonas de juego estarán cerradas.

Jávea
Otro de los puntos calientes en la desescalada en las playas de Alicante y provincia está en la comarca de la Marina Alta, especialmente en uno de sus municipios más turísticos, Jávea. En su caso, el protocolo a seguir en el Arenal, la playa principal de la localidad, es la limitación del aforo a 2.000 personas. En otras de las playas más famosas, el número será menor pero igualmente controlado: 225 en la Grava, 200 en la Granadella y 150 en Portitxol y la Barraca. Habrá corredores de entrada y salida, distancia de seguridad y barreras para coches que cerrarán cuando el aforo se haya completado.
Además de su principales arenales, Jávea es famosa por sus calas más recónditas y cristalinas, en las que los espacios reducidos sí pueden ser un problema. Salvo sorpresa, estas calas contarán con una reducción drástica del aforo y un estricto control en los accesos, aunque uno de los focos de preocupación para la administración es el acceso incontrolado a pequeñas calas de roca que apenas aparecen en los mapas y a los que, en muchas ocasiones, solo puede llegarse a pie, escalando o incluso desde el agua, ya que en esos puntos el control será más complejo.
